Junio 07 de 2024 - CIUDADANOS E HIJOS

 CIUDADANOS E HIJOS

 

Efesios 2:19 NVI  Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios,

Conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, dos títulos que nos da el Señor cuando tomamos la decisión de recibirlo como nuestro Señor y Salvador.

Ser ciudadanos del Reino de los Cielos no hace recibir todos los beneficios de pertenecer a un reino cuyo rey es el Rey de Reyes y Señor de Señores, donde Él se encarga de todas nuestras cosas y os provee de todo, donde no falta nada en nuestra vida porque está escrito en su constitución que Él suplirá todo lo que necesitemos. Pero también un Reino que nos exige la obediencia a sus leyes, a sus normas, que no son más que instrucciones para que tengamos una mejor vida, son normas dictadas con amor, con un amor que solo Él puede darnos y que no se compara con nada, un amor que sacrifico a su propio hijo para que seamos parte de este Reino.

Ahora bien, hay algo más, nos entrega el título de miembros de su familia, en calidad no de primos, u otro vinculo cercano sino el de hijos, el más próximo a Él, el que nos mantiene mas cerca, por el que siente el mas fuerte amor, el que nos da derecho a ser sus herederos y nos pone al nivel de su Hijo, el que nos garantiza que a través de su amor somos formados cada vez mas a su imagen y semejanza, los que podemos ser la morada del Espíritu Santo mientras estamos en esta tierra, por quienes pelea una batalla constante en la regiones celestiales para guardarnos del ataque del enemigo, a quienes les da dones y talentos como regalo y muestra de su confianza.

¿No te hace sentirte especial ser escogido para tener esos dos títulos sin ser merecedor de ellos? Debería ser así y corresponder a ese privilegio cumpliendo como ciudadano del Reino de los Cielos y como miembro de su familia en calidad de hijo, dando ejemplo a quienes tenemos cerca, siendo testimonio de amor y misericordia, honrando a nuestro Padre con nuestras obras, siendo los mejores administradores de sus bendiciones.

Compartido por Ober Gómez